La comunidad es el lugar sagrado donde realizamos comunitariamente nuestra
llamada vocacional, con un espíritu sobrenatural y de familia.
Compartimos la mesa y los momentos de expansión
Fomentamos las relaciones interpersonales impregnadas de amistad
Nos perdonamos mutuamente con generosidad los fallos en nuestra convivencia
Nos ayudamos en los trabajos y obras de misión
Participamos en la vida y en el gobierno de la comunidad
Nos consolamos unas a otras en las pruebas y dificultades
Nos alegramos fraternalmente en los logros de cada hermana.
Con nuestros límites tratamos de descubrir nuestra propia bondad
- ese deseo de ser auténticas, de ser mejores - que está
en el corazón de cada hermana, inspirando nuestros actos y metas.
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